VESTUARIO DE CAMPECHE -MUJER-
1.- La línea creada en el vestir por el servicio doméstico.
2.- La originada por la mujer del pueblo dedicada al comercio o venta de comestibles que a su vez pueden dividirse en dos clases: a) las de mercado, que llevan falda lisa, chancletas, rebozo terciado hacia atrás y despojadas de adornos y prendas; y b) las de pregón, que laboran en la calle o entregan comestibles a domicilio, con falda terminada en olan repollado de la misma tela, chancletas, rebozo terciado atrás y adelante y llevando como prendas soguillas y medallas.
2.- La originada por la mujer del pueblo dedicada al comercio o venta de comestibles que a su vez pueden dividirse en dos clases: a) las de mercado, que llevan falda lisa, chancletas, rebozo terciado hacia atrás y despojadas de adornos y prendas; y b) las de pregón, que laboran en la calle o entregan comestibles a domicilio, con falda terminada en olan repollado de la misma tela, chancletas, rebozo terciado atrás y adelante y llevando como prendas soguillas y medallas.
A fin de poder describir con precisión el traje típico de la mujer campechana, es necesario realizar un desglose de todo lo expuesto anteriormente. Debe señalarse también que el origen y la evolución del traje típico se hallan estrechamente ligados a la costumbre de los cuatro estrenos de donde se deriva la línea creada por el servicio doméstico. Por lo tanto, la descripción del traje de la mujer campechana se realizará atendiendo al orden en que se llevaba a cabo la entrega de la vestimenta durante estas cuatro grandes ocasiones.
I) Las prendas ( Alhajas) antiguamente estas se proporcionaban en juego completo dentro del primer estreno en el carnaval de febrero. Son las mismas que en la actualidad; rosario de coral rematado en cruz de filigrana, cadena salomónica de doble vuelta con pendiente almohadilla de filigrana con guardapelo, que podría o no tener hasta el número de veinte escudos, diez por cada lado; seis sortijas, tres por mano en ambos anuales, con piedra de bajo precio, aro liso y aro con plancha de esmalte de collares, aretes de monedas de cinco dólares y de coral, colguijes de sombrillitas con fleco de oro y remate de palomita y pendientes con la piedra venturina que a menudo se engarzaba en la sortija; y peineta de hueso o carey rematada con hilo de oro, mostrando tres piedras brillantes incrustadas, que se unían entre sí con dos cadenitas de oro.
II) Los rebozos se estrenaban en las fiestas de San Juan, en Junio, llamadas también “ El Voltejeo” Consistían en :uno de salir siempre de seda y luego de Santa María, otro de abrigo, y uno más que requería el vestuario para cubrir pudorosamente los hombros y el pecho en la realización de las faenas domésticas.
III) Ajuares (ropa) Para el estreno de vestidos, durante la feria de San Román, en Septiembre, se daban tres juegos completos; uno de salir de gala y dos de trabajo. El primero de gran gala, ha venido sufriendo mutilaciones en su demérito, perdiendo lo costoso de su equipo, así como lo vistoso y el colorido de su línea modistica, en contradicción con otras indumentarias del país, las cuales también han sido desvirtuadas con el tiempo, pero a su vez han ganado en lujo del cual carecían.
El ajuar lo integraban, corpiño de nansú, fustán blanco de estribilla, sayuela de estribilla blanca terminada en varias blondas superpuestas de encaje, camisa de silesia blanca con bordado extranjero totalmente blanco; con un recuadro alrededor del cuello unido al bordado con un trabajo de entre-dos de puntillo (en principio este bordado fue flotante; como el de la mestiza yucateca; luego formando una sola pieza con la camisa) el peto se formaba con cuatro alforzas e iba completamente rebordado en ramazones o guirnaldas de estrellas dentro del rombo y tomaba la forma de un triángulo que se perdía en un ángulo en la cintura. Dos guiones con el mismo trozo unían los trabajos de hombros y manguillas y por la parte de atrás se continuaba el bordado del cuello unido a la silesia muy recogida para amplitud de la blusa que en costura se llama de pañuelo. La saya de raso o brocado se adornaba con olanes de ancha tira bordada, entretejida con pasamanarías y cintas, de acuerdo con el color del conjunto, muchas de estas sayas se hacían de media cola y de colores muy vivos y brillantes hormando talle y caderas para prolongarse ajustadas hasta medio muslo donde después se abrían dejado ver muchos centímetros de las blondas de encaje de la sayuela
IV) El calzado: El estreno del calzado se realizaba en las fiestas de la Purísima Concepción, en Diciembre, llamada también “ Nochebuena chiquita” primero se daban botines y posteriormente zapatos, de acuerdo con la época. En su mayoría eran de charol negro con tira y botón de lado o bien zapatos de piel blanca, pero siempre de tacón alto, otros eran las chancletas de charol con figuras caprichosas bordadas en hilo blanco; y finalmente, chancletas de piel fuerte para completar los tres juegos con que se les dotaba. Variantes en el Traje Femenino. Dentro de la evolución que modificó estos estilos de vestido, hay que anotar que a medidos del siglo XIX y sin que se tenga noticia de la razón de tal variante, la blusa de la campechana, aún cuando se sigue presentando en su mayor parte la labor del recuadro y del peto en ramazones blancas, ya mostraban las ramazones aplicadas en el cuello y las mangas con un embutido de seda negro enmarcado todo con un doble redoble del llamativo y complicado trabajo del puntillo, el cual desapareció por completo a principios del siglo XX. Después se puso en boga con menos delicadeza, por su menor grado de dificultad en la ejecución manual, el llamado bordado de ramilletes, que degeneró a partir de los años veinte en grandes flores de cebolla o de calabaza, que finalmente desvirtuaron su recamado.
La saya también ha sufrido mutilaciones, pierde belleza en su manufactura y lo que antes fuera blonda de sayuela, pasa a ser tira bordada a fines de siglo XIX, ya no hay roles ni olanes, sino adornos con blondas superpuestas. El género ya no es labrado ni embutido, sino liso, aunque todavía muestra la tira bordada que se conserva en la sayuela. En la actualidad la aplicación de esta tira ha sufrido notorias variantes y sobre lo que ya es íntegramente una falda, se aplican encajen y lazos y en muy contadas ocasiones, la pasamanería, la cinta y la tira bordada la hechura ya no horma la cadera, la camisa queda tirante y alisada en vez de embolsarse con los recogidos que antes le dieran gracia, amplitud y belleza.
A principios de siglo, este traje con variantes expuestas, pasó a ser representativo de todo el estado de Campeche; ya no eran las domésticas quienes lo portaban sino dentro del horizonte del traje regional de México en el que correspondía a la mujer campechana.
I) Las prendas ( Alhajas) antiguamente estas se proporcionaban en juego completo dentro del primer estreno en el carnaval de febrero. Son las mismas que en la actualidad; rosario de coral rematado en cruz de filigrana, cadena salomónica de doble vuelta con pendiente almohadilla de filigrana con guardapelo, que podría o no tener hasta el número de veinte escudos, diez por cada lado; seis sortijas, tres por mano en ambos anuales, con piedra de bajo precio, aro liso y aro con plancha de esmalte de collares, aretes de monedas de cinco dólares y de coral, colguijes de sombrillitas con fleco de oro y remate de palomita y pendientes con la piedra venturina que a menudo se engarzaba en la sortija; y peineta de hueso o carey rematada con hilo de oro, mostrando tres piedras brillantes incrustadas, que se unían entre sí con dos cadenitas de oro.
II) Los rebozos se estrenaban en las fiestas de San Juan, en Junio, llamadas también “ El Voltejeo” Consistían en :uno de salir siempre de seda y luego de Santa María, otro de abrigo, y uno más que requería el vestuario para cubrir pudorosamente los hombros y el pecho en la realización de las faenas domésticas.
III) Ajuares (ropa) Para el estreno de vestidos, durante la feria de San Román, en Septiembre, se daban tres juegos completos; uno de salir de gala y dos de trabajo. El primero de gran gala, ha venido sufriendo mutilaciones en su demérito, perdiendo lo costoso de su equipo, así como lo vistoso y el colorido de su línea modistica, en contradicción con otras indumentarias del país, las cuales también han sido desvirtuadas con el tiempo, pero a su vez han ganado en lujo del cual carecían.
El ajuar lo integraban, corpiño de nansú, fustán blanco de estribilla, sayuela de estribilla blanca terminada en varias blondas superpuestas de encaje, camisa de silesia blanca con bordado extranjero totalmente blanco; con un recuadro alrededor del cuello unido al bordado con un trabajo de entre-dos de puntillo (en principio este bordado fue flotante; como el de la mestiza yucateca; luego formando una sola pieza con la camisa) el peto se formaba con cuatro alforzas e iba completamente rebordado en ramazones o guirnaldas de estrellas dentro del rombo y tomaba la forma de un triángulo que se perdía en un ángulo en la cintura. Dos guiones con el mismo trozo unían los trabajos de hombros y manguillas y por la parte de atrás se continuaba el bordado del cuello unido a la silesia muy recogida para amplitud de la blusa que en costura se llama de pañuelo. La saya de raso o brocado se adornaba con olanes de ancha tira bordada, entretejida con pasamanarías y cintas, de acuerdo con el color del conjunto, muchas de estas sayas se hacían de media cola y de colores muy vivos y brillantes hormando talle y caderas para prolongarse ajustadas hasta medio muslo donde después se abrían dejado ver muchos centímetros de las blondas de encaje de la sayuela
IV) El calzado: El estreno del calzado se realizaba en las fiestas de la Purísima Concepción, en Diciembre, llamada también “ Nochebuena chiquita” primero se daban botines y posteriormente zapatos, de acuerdo con la época. En su mayoría eran de charol negro con tira y botón de lado o bien zapatos de piel blanca, pero siempre de tacón alto, otros eran las chancletas de charol con figuras caprichosas bordadas en hilo blanco; y finalmente, chancletas de piel fuerte para completar los tres juegos con que se les dotaba. Variantes en el Traje Femenino. Dentro de la evolución que modificó estos estilos de vestido, hay que anotar que a medidos del siglo XIX y sin que se tenga noticia de la razón de tal variante, la blusa de la campechana, aún cuando se sigue presentando en su mayor parte la labor del recuadro y del peto en ramazones blancas, ya mostraban las ramazones aplicadas en el cuello y las mangas con un embutido de seda negro enmarcado todo con un doble redoble del llamativo y complicado trabajo del puntillo, el cual desapareció por completo a principios del siglo XX. Después se puso en boga con menos delicadeza, por su menor grado de dificultad en la ejecución manual, el llamado bordado de ramilletes, que degeneró a partir de los años veinte en grandes flores de cebolla o de calabaza, que finalmente desvirtuaron su recamado.
La saya también ha sufrido mutilaciones, pierde belleza en su manufactura y lo que antes fuera blonda de sayuela, pasa a ser tira bordada a fines de siglo XIX, ya no hay roles ni olanes, sino adornos con blondas superpuestas. El género ya no es labrado ni embutido, sino liso, aunque todavía muestra la tira bordada que se conserva en la sayuela. En la actualidad la aplicación de esta tira ha sufrido notorias variantes y sobre lo que ya es íntegramente una falda, se aplican encajen y lazos y en muy contadas ocasiones, la pasamanería, la cinta y la tira bordada la hechura ya no horma la cadera, la camisa queda tirante y alisada en vez de embolsarse con los recogidos que antes le dieran gracia, amplitud y belleza.
A principios de siglo, este traje con variantes expuestas, pasó a ser representativo de todo el estado de Campeche; ya no eran las domésticas quienes lo portaban sino dentro del horizonte del traje regional de México en el que correspondía a la mujer campechana.
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